Aún confío en que algo que parece muerto dé sus penúltimos brotes de viveza y energía, por qué si hay una muerte en este mundo que se pueda “desmorir” es la muerte de la juventud. Esa gran masa que tiempo atrás se movilizó por la libertad, esa juventud que se echó a la calle para que hoy día vivamos en un país democrático, aquella misma juventud que hoy día mira su proeza con añoro y deseo por que todo aquello no quede en la nada y se torne todo lo luchado en fracaso. Si puedo confiar en algo que resucite de manera demostrable será en la juventud. Somos una energía continua, renovable y sin uso. Nuestros valores de bienestar han quedado reducidos a tener un buen botellón, ropa para salir y algo con lo que empinar el codo, o al menos ese es el pestilente olor que desprende esa juventud muerta, la cual ignora un futuro desastroso en el que por mucho que estudie uno, no se augura un puesto de trabajo. Pero disfrutaremos de contratos basura y contratos temporales con los que no se sabe cuando se estará de patitas en la calle. ¿Y qué es lo que hacemos? Quedarnos plácidamente muertos, con nuestro botellón, nuestra borrachera y nuestra ropa de salir.
Lo ridículo después de estar muerto sería que te enterrasen en una zona inhabilitada, sin luz y sin las condiciones adecuadas para un joven -muerto pero joven- . Es desastroso, no luchamos por nada, solo nos echamos a la calle para celebrar victorias futbolísticas, ver semana santa e ir a la feria… y en ninguna de esas tres salidas obtenemos nada a cambio o al menos nada que nos favorezca en el futuro. A veces miro a esa juventud y llego a la conclusión de que anda en una ignorancia la cual le impide ver más allá de lo que transcurre hoy día, y son pocos los que se dan cuenta. Nos estamos conformando con muy poco, estamos exigiendo muy poco y se nos da (por lógica) muy poco. No le pido a este muerto que mire partidos políticos, no le pido a este muerto que se guie por ideales y lo que es más importante: no pido algo imposible.
Aún confío en que ese muerto inmortal se levante y ande como nunca. Que luche, que se reivindique y que no se quede de brazos cruzados. Aún confío en que ese muerto esté dormido, y que al despertar nos despierte a todos y podamos decir que la juventud de hoy día no está muerta. Aún confío en ver una resurrección más que no sea la del último domingo de semana santa. Jóvenes, aún confío en nosotros.
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